Siendo sueño, habitaste mi corazón,
sedujiste mis pensamientos, te escribí cartas de amor,
te dediqué infinitos y profundos suspiros.
Siendo realidad, me agotaste hasta el llanto,
me partiste, desapareciste mi alma, me hiciste despertar.
No había sentido en carne propia cómo el amor se perpetúa en dolor,
no lo sabía, hasta que te conocí.
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