Me mostró el mundo con todos sus matices, 
me pidió que nunca parara hasta lograr devorarlo de un bocado. 
Me puso alas y me enseñó a usarlas, 
me pidió luchar hasta con el último aliento por mis deseos y sueños, a jamás detenerme. 

Me enseñó a creer en lo imposible, a imaginar lo jamás imaginado. 

Yo le aprendí lo gladiador de su existencia y la terquedad con la que defiende sus creencias, me dio un porqué y yo le añadí mis propias respuestas. Con el tiempo me dí cuenta que no era el hombre más sabio pero si mi gran maestro. 


Mi padre, un hombre como cualquiera en la tierra, pero para mí el más importante de todos. 
¡Gracias! Por dejar tus mejores años en mí, por ser mi armadura, por que no hay ningún momento en mí vida en que te necesitara y no estuvieses, por aguantar todas mis locuras que tantas veces te han hecho desvariar, por ser mi papá. Soy la más afortunada de tenerte. 
Te admiro tanto, Te amo.

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