A mi me impresiona, niña, la manera en que existes, tus ojos que reflejan un sin fin de historias, tus oídos captando la intangibilidad de este mundo y el misterio precisado.
Tus pensamientos y escenarios paseando sobre el techo de tu habitación mientras les das vida eterna en escritura.
Tú cuentas, y creas, grande es tu vocabulario porque no sabe del vocablo “incredulidad”.
A mi me hablan, niña, la cartografía de tus palabras, tus abrazadoras imágenes y la corporeidad de aquellas inagotables realidades que brotan de tu vislumbrar.
Habitas los silencios con total frenesí, tus misterios son envueltos en papel corrugado que sólo pueden ser desenvueltos por quienes tienen el verdadero deseo impregnado.
Niña, tú existes como pocos, niña, existes como nadie y de eso yo me he fascinado. No eres una presencia ordinaria, eres una llama incendiante.
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