Nosotros

Nosotros, los que caminamos entre piedra y lodo,
los condenados a no ser más que una linea de polvo
trazada de olvido que resurge con furia de entre las cenizas
Aves compañeras que cruzan calles y avenidas, tiempo y espacio.

Rebelarse es encontrarse con las miradas que pretenden 
congelar el tiempo para esquivar la última parada del tren,
quedarse eternamente ante todos los labios y todos los ojos,
ante las voces a las que hay que responder cuando llamen,
cuando cientos de bocas se queden mudas. 

Lo que ves en las calles es el dolor en todas sus formas, 
el horror silencioso del que grita sin cansancio hasta retumbar 
y sangrar los oídos del opresor,
hasta anidar el clamor por las almas acorraladas y despertar 
con las manos unidas a otras, todas bañadas en sed de justicia. 

Caminamos para hallar otro posible amanecer, 
un ardor de piel y un retrato de la esperanza
que emanen de una llaga que no es posible cerrar.

Esos somos, los que nunca más estarán vacíos,
hijos que brotan de una tierra fértil, 
hermanos que aprendieron a ser fuego, 
los de venas abiertas donde la sangre derramada 
nos manchó de una resistencia que morirá 
cuando el último de nosotros se haya ido. 



Anhelo

Yo soy de gente, soy rostros,
soy muchos y uno.
Yo no quisiera ser monotonía, prisa o estrés.
Yo soy citadino y extranjero, toco encuentros, conversaciones y miradas.

Yo no quisiera sentir lejanía, oler a silencio y apatía.
Quiero ser todos los días palabra e imagen, escuchar cuerpos, tocar idiomas y dialectos… 
oler a lo diverso.

Yo no quisiera mirar monotonía, uniformidad… violencia.
Yo soy de respirar libertad y deseos.
No quisiera palpar represión, censura y olvido.

Yo estoy hecha de sueños y pasiones, toco alegrías, rabias y nostalgias.
Yo no quisiera oler a indiferencia, a cobardía, a renuncia.

Yo soy de donde brota la voz, la lucha, la rebeldía y el cinismo.
No quisiera tocar el miedo y la conformidad, no quiero que mi mirada se resigne.

Soy un cuerpo: soy joven y anciano, soy hombre, soy mujer, soy pueblo.
Yo soy todo lo que miro, pronuncio y lucho… Soy aquello que deja rastro de perpetuidad…
Yo soy gente, soy acción, soy deseo…soy lucha.

*Algo que escribí el año pasado en un taller de poesía y que hoy recordé mucho, lo publico de nuevo porque quiero dar vigencia a estas palabras, hoy más que nunca.
He hecho muchos intentos por escribir en estos días, pero con todo lo que está pasando no puedo hacerlo, me bloquea la cosa de sentarme aquí e intentar escribir de otras situaciones cuando la de aquí es cruda, ahora mismo una de las cosas que dan vuelta en mi cabeza a diario es el pensar en la forma en la que todo esto nos está marcando; por eso espero que nos quede una cicatriz que siempre nos haga recordar que una vez ya no aguantamos más el dolor y por fin gritamos y aprendimos a dejar de fingir que aquí no pasa nada. Me entristece muchísimo vivir en un lugar tan bello como este pero tan acechado por la corrupción, el deseo de control y poder, hemos sido blanco fácil de tiranos gobernantes no sólo ahora sino desde siempre y eso horroriza en todas las maneras posibles.

Leía hace un par de días al escritor Óscar de la Borbolla, que dice que resulta extraño que uno vea el movimiento tan gigantesco que se ha hecho en internet acerca de esto y a la vez salir a la calle y ver que todo es diferente: las personas salen a caminar, al cine, a hacer sus actividades cotidianas y esto se siente como si se estuviera viviendo entre dos realidades distintas. Comparto totalmente ese sentimiento, es bastante paradójico pero como también lo señala, esta dualidad viene de los millones de personas que habitamos este país, es decir nos construimos en fragmentos, algunos están en el ritmo de las protestas y otros siguen con su día a día. Sería bueno que ambas realidades siguieran andando hasta chocar una con la otra para darse cuenta de que una pertenece a la otra y viceversa

Un deseo personal sería que todo empatara, que esta realidad que lo virtual muestra se regara por todos los rincones del país, aunque supongo que aún hay mucho miedo, resignación y falta de información, además nos falta hambre de preguntas y respuestas que puedan desencadenar la conciencia sobre dónde estamos parados y por qué, hambre que se llena tristemente con mediocre y banal información. Personas que no están familiarizadas con las tecnologías sólo tienen a su alcance los datos procedentes de los medios televisivos y radiofónicos, pero como lo comentaba la última ocasión, la información proveniente de ahí es en su mayoría sesgada y tergiversada. Pese a ello es bastante alentador ver que nos han escuchado en tantos países alrededor del mundo y que se han solidarizado con nosotros haciéndonos eco y exigiendo no sólo la presentación con vida de los 43 normalistas sino el alto a toda la corrupción e impunidad que nos asfixian, porque además de estas desapariciones están las de millones y millones de personas más, y es atroz que después de una búsqueda incesante de los familiares y la esperanza de hallarles con bien terminen por toparse sólo con restos o nunca sabiendo qué fue de ellos. No deberíamos aguantar que cada día alguien desaparezca o muera, no debería pasar.

Desde esta o cualquier trinchera se reconoce que una persona que practica o se prepara para practicar la docencia es un sembrador de conciencia, una persona que invita a cuestionar la realidad y a desfragmentarla para poder entenderla y además transformarla; ese es el gran peligro de un Estado represor y un sistema que quiere que los pasos del pueblo siempre estén en donde ellos ponen las marcas, deseando absorber los deseos de ir por donde el camino no está trazado y arrebatando la oportunidad de plantar una semilla natural en vez de una artificial. 

El profesor De la Borbolla también compartió el enlace a este artículo para poder considerarlo y reflexionar acerca de lo que podemos hacer frente a la violencia que nos embarga y me permito compartirlo también porque me parece que no tiene desperdicio y debiera ser leído por muchas personas. 
Este puede ser un discurso repetitivo pero me parece que hoy más que nunca debemos estar muy unidos y no darnos por vencidos, no dudar de que podemos hacer retroceder a los tiranos y empezar a armar otro país, el México en el que siempre hemos querido vivir y no el que ellos han fabricado por años. 







Lo que no pertenece a un vocabulario

Si entendiera qué coño quieres decir, entendería qué coño escribes, 
me dije mientras escribía esto. 
Y de pronto me di cuenta de que mi vocabulario era pobre;
las palabras que conocía, ninguna podía expresar lo que quería decirte.
Después pensé que tal vez todas las palabras que existen son pocas, 
que ningún vocabulario puede afirmarse completo 
porque las cosas que pasan no pueden pertenecer a un decreto, 
sería como hacer frente al espejismo de un campo verde cercado
y fantasear con poder entrar allí. 

Actos y sentimientos, algunas cosas que pasan con los días: 

la manera de nombrarles es una manera de tratar de acercarse  
pero no una manera de saber que suceden. 
Yo podría saber que existe el amor porque está escrito en el diccionario, 
pero ¿cómo asegurarlo si no sé si lo he visto? 
Allí es donde entras tú, donde todo lo que puedo llegar a nombrar como amor 
está escrito en tu cuerpo y en las horas que evocas la palabra en tus lunares, 
en esa mirada que detiene al tiempo y tu boca que exime todos mis males.

Es entonces que afirmo que todo aquello sucede, como suceden tu piel, tus ojos y labios:

porque no son del orden de un vocabulario tus párpados al dormir, 
no pertenecen a un vocabulario tus cejas pobladas o tus manos cuando abrazan, 
tus gestos de placer no son de un vocabulario. 

Lo que no pertenece a mi vocabulario no tengo porqué hacerlo pertenecer 

puesto que es libre y no debiera ser enjaulado, 
esos actos son un pájaro que viene a mi por sí solo y vuela siempre en libertad.
Y llegado este punto sé por fin que lo que quiero decir es que sino nombro y escribo 
todo aquello, no es porque haya pasado por alto su existencia, 
es que todas esas cosas merecen conjugarse en tu cuerpo antes que 
tener un nombre y ponerse a retozar aquí o en cualquier rincón de alguna hoja.