Centro de llamadas

Tantas voces, tantas y ninguna coherente. 
Tantas voces apagadas, manipuladas,
sonando en unísono, temblando en destiempo.

Tantas voces controladas, amansadas; 
en un tiempo que determina cuando deben callar 
y otro que indica cuando deben empezar.

Víctimas posmodernas,
lo que en realidad quisieran decir no importa 
en ese espacio de cuatro paredes.

Subjetividad dormida, los deseos se quedan en las voces internas, 
y a veces tanta injuria lograr borrarlas.

En este cachito de tierra capitalista, las voces se tergiversan,
afuera de esta pieza de inmundicia, las voces renacen.

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