Te pronuncio ahora, te pronuncio aquí y a deshoras; porque tienes la medida de silencio en la cual mis pensamientos viajan a reposar, aprovecho que posees la raíz de mi deseo el cual no logro desentrañar. Cuánto me conmueve imaginar que te integras templadamente a mi cuerpo; enorme y sublime enigma de lo inefable.

Tus manos, tus inusuales manos de hombre taciturno; cuántas visiones obtengo del recuerdo de tus esplendorosas manos; me atrevo a decir que le ajustan de manera impecable a las mías; como si fuesen rompecabezas.

Aquí y a deshoras, me pregunto si algún día mis ojos dilatados de delirio te volverán a mirar.

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