Macrontámico (segunda parte)

Días enteros me pasé con la palabra en mi cabeza, desde que despertaba hasta que me quedaba dormido con "Cien mil leguas marinas" entre las manos. En clase me entretenía escribiéndola en cada orilla de los cuadernos y hacía planas completas con ella, como si en el fondo supiera que el secreto estaba en escribirla muchas veces, y de esa forma, en cualquier momento me saltaría algún significado y el porqué me había sido dada precisamente a mí y no a cualquier otra persona en el mundo.

Algo que probablemente nadie pueda ni me quiera creer, pasó una tarde mientras leía el quinto capítulo, es por eso que soy tan precavido al contar esto, ya sé que van a decir que estoy loco o que estoy inventándolo todo porque soy un niño, y eso es lo que hacemos los niños; pero prometo, por mi valiosa y preciada colección de historietas de superhéroes, que no es así. No miento al contar esto, y cuando lo hago, es como si lo estuviera viviendo de nuevo, como si estuviera viéndolo en este preciso momento. 


Como no había nadie en casa, estuve leyendo en la sala y en voz alta, me gusta hacerlo cuando estoy sólo, es otra manera de enfocarme por completo en la historia y de paso recrear los detalles con ademanes y hacer las voces de cada uno de los personajes tal y como las imagino. Leía la manera en que el capitán Ralph y el capitán Freeman habían descubierto cómo comunicarse con la criatura de mar, y cómo ésta los dejaba boquiabiertos cuando les revelaba muchos secretos de la profundidad marina que los humanos no conocíamos y que no tendríamos forma de saber nunca por más investigaciones que se hicieran, por lo que aquello resultaba ser un hallazgo único en la historia, algo fuera de los alcances de lo que se llama lógica.


En eso estaba tan entretenido, cuando de repente, todas las letras de la página 281 comenzaron a moverse hacia todas direcciones, y después formaron un remolino sin control, se movían y movían como si bailaran; yo tenía mucho miedo, quedé en shock pero jamás solté el libro, lo sostuve con mis manos temblorosas todo el tiempo y al cabo de un minuto, terminaron desapareciendo algunas y después muchas. El horror vino a mi cuando pararon y vi que sólo quedaba en grande y en medio de la página con letras mayúsculas: MACRONTÁMICO.


Esto era mucho, qué era lo qué pasaba, esa palabra nada tiene que ver conmigo ni con el resto del mundo... ¿O si? 


Empecé a relacionar todo, y me dí cuenta que estos episodios me sucedían sólo cuando estaba muy entrado en el libro, cuando me pasaba mucho tiempo leyéndolo... 


¡Es el libro, el libro está embrujado, ese eso!, si, tiene que ser eso, no hay otra explicación.


Decidí dejar de leer, ya no quería que esas cosas me pasaran, no quería volverme loco o algo parecido, por lo que lo abandoné por dos o probablemente tres semanas. Confieso que no dio resultado, no pude, porque aunque ya no leía la historia, macrontámico seguía en mi cabeza día y noche, si no me volvía loco al leer el libro, lo iba a hacer por no leerlo más.


Fue entonces que después de muchas noches de andar pensándolo, ideé una fórmula, cambié los papeles; pensé que como estuve evitándola todo el tiempo, tal vez la cuestión sería dejar llevarme por ella y por mis deseos enormes de decirla a cada rato. Así lo hice y empecé esa misma tarde cuando me senté a comer, la sopa que mi madre había hecho era tan deliciosa que le dije saboreando un poco: "¡Mmm qué macrontámico está ésto!", pero ella no dijo nada, sólo me miró con cara de desgane; seguro lo tomó como otra más de las ocurrencias y chistoretes que a veces le digo, aunque me extrañó que no me hubiera preguntado nada sobre la palabra.


Al otro día en la escuela, cuando vi los lentes nuevos de Georgina, la niña que me gusta, me parecieron muy bonitos, más porque resaltaban sus grandes ojos; por lo que sin vacilar le dije: "Me gustan tus lentes, son tan macrontámicos" - ¿Tan qué?- dijo ella con cara de sorpresa y un gesto retorcido que nunca antes le había visto; reí mucho pero no le expliqué nada acerca de la palabra, estuvo molestándome durante todo el recreo pidiéndome que le dijera qué significaba, y tuve que calmarla diciéndole que le diría después; aunque en secreto y angustiosamente, esperaba que durante el resto del día olvidara el asunto, ¿cómo iba a decirle lo que significaba o explicarle algo acerca de ella si ni siquiera yo mismo sabía?.

2 comentarios:

  1. Wow, en serio me recuerdas a Julito en todo lo que escribes. En especial en los cuentos fantásticos como éste que parece sacado de Cronopios y famas. Fue un placer leerlo :)

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    1. ¡Gracias por venir y leer! ...y también por darte el tiempo de dejarme un comentario, en verdad. Bienvenido siempre :)
      ¡Saludos enormes!

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