El material del que estoy hecho

Como cuando jugamos a una vida conyugal y todo nos va de maravilla compartiendo los instantes, que de no ser así, hubiera pasado solo, sentado en un sofá leyendo las tristes tragedias del día en el periódico o mirando concursos que ridiculizan a la gente en televisión.

Como cuando comemos el mismo platillo y pienso en el futuro que anda tan cerca nuestro pisándonos los talones y se parece al ideal que mis padres quisieron siempre para mí desde que aún no cumplía ni 18 años. 

Como cuando ya miro por otro ser que no soy yo, cuando todo se vuelve tan correcto y cotidiano, tan normal y de pareja: ser el padre de familia, ser el ama de casa; y platicar sobre las labores del día y llegar rendido a querer saborear la cena que has preparado para mí, y que me digas qué es lo que hace falta adquirir.


Como cuando cargas tu bolso que ahora en vez de maquillaje y libros, carga pañales, biberones y llantos. Como cuando vámos por la calle y la carriola ahora es el vehículo a conducir, y cuando posamos alegremente con el niño en brazos...


Como cuando despierto y sé qué lindo es eso, pero también, que no estamos hechos para ello. 


Como cuando no sé de qué material estoy hecho, pero pienso que no puede ser del bueno.













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