Soñé con Bolaño,
era una fotografía blanco y negro que
me miraba fijamente y sonreía.
Soñé que comía hasta reventar,
ya estaba satisfecha pero aún sin poder
terminar un bocado, ya quería más.
Soné que no podía articular,
mis labios estaban pegados y no podía hablar.
Soñé con mi profesor de filosofía,
habíamos discutido sobre Kant y al término,
ni vaga idea tenía de lo que era la moral.
Soñé con Edith Piaf, cantaba la Vie en Rose
mientras yo me intentaba suicidar.
Soñé que tenía que conocer a todos los intelectuales
de mi generación,
pedí nombres pero nadie los conocía,
eran hombres y mujeres de transparente existencia
y secreta dirección.
Soñé con Simone de Beauvoir, corríamos juntas
y desnudas por una concurrida avenida de París.
Soñé con mi abuelo Andrés, me pedía que no
olvidara que uno se va pero nunca el "después".
Soñé que vivía en un vagón del metro,
un señor poco aseado y de aspecto irritado
dejaba flores en lo alto del ropero, para después
quebrar una pata de la mesita de centro.
Soñé que paseaba con Roberto, caminábamos
por las calles del centro mientras me hablaba
de detectives salvajes y poemas que nunca escribió.
Contemplo la mirada detrás de esos grandes anteojos
y los rizos de su cabello;
un verdadero perro romántico pienso yo.
A Roberto Bolaño
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