Mi libro huele a humedad, huele a viejo y a encierro,
a los años o tal vez las décadas que pasó confinado a un estante de librería.
Le deslizo los dedos por cada página,
las repaso aunque aún no las lea,
le reconozco cual ciego en lenguaje braille;
es nuevo para mí, más no así para otro lector.
Mi tarea es desnudarle, reconocerle cada parte,
delito que cometo cuando le tiento con
los ojos y la voz los poemas con que la imprenta le vistió,
aquellos que narran eternas tragedias
de un triste escritor.
Es la cosa, se sabe, siempre se sabe,
uno no abrirá el libro y encontrará sólo palabras,
uno no leerá y sólo eso.
Y creo, tan sólo creo, que lo he salvado de alguna soledad
o tal vez se la robé;
y creo, tan sólo creo, que él hizo lo mismo conmigo.
No sé por qué tu blog tiene casi creo comentarios, pero debería de estar atascado de ellos porque tienes un talento enorme y fuera de este mundo; aunque eso también es algo que me gusta y admiro de ti: no escribes para nadie en específico ni esperas a que alguien te lea, escribes para tí y no buscas atención. Eso es admirable, o al menos eso es lo que creo yo.
ResponderBorrarTe agradezco tus palabras, Yuki. Es un placer que vengas y te tomes el tiempo para leer y escribir a tu servidora :); no soy una escritora profesional y no escribo para buscar fama, este espacio tan sólo es un refugio y un pequeño homenaje a la Literatura y a todo lo que con ella deviene. De escritores como Julio he aprendido que escribir no tiene sentido sino se comparte, si se le guarda en un cajoncito y no se le permite salir a conocer el mundo; pero también pasa lo mismo cuando se le destina a un lector en específico o si se escribe con la finalidad de buscar o ganar algo. La literatura es sin por qués y para qués comprensibles, y una de las millones de cosas bellas que tiene, es que permite el encuentro con otras muchas personas, por lo que es una suerte que nos haya permitido escribirnos y leernos :)
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