Ya se termina el año, y antes que ir a estar con la familia, quise cerrarlo con una última publicación del 2013.
Me siento contenta de la pausa que decidí tomar este año con respecto a mis actividades cotidianas y la forma de vida que estaba llevando, a veces una se abandona tanto al trabajo y se olvida de lo qué es el tiempo libre o de hacer lo que le gusta hacer. Ese tiempo me permitió alimentar mi pasión por la lectura, la poesía y la escritura como antes nunca lo había hecho. Miro esto como un ensayo constante, al que no voy a renunciar más hasta el resto de mis días.
No soy ni aspiro a ser gran escritora para otros, más que para mi misma, por lo que tener un espacio donde ejercer la escritura es algo fantástico, y que alguien se detenga a leerme es algo que agradezco, ya que por ser casualidad es bonito cuando sucede. La Literatura es buen lugar para encontrarse.
Cierro pues con este poema del señor Enrique Lihn, que conocí gracias a Roberto Bolaño, lo nombra tanto en su trabajo y en las entrevistas que le realizaron, que me di a la tarea de buscar sobre él; y ahora comprendo tanta admiración y la influencia que tuvo sobre él para formar su visión de la Literatura. Estoy de acuerdo con Bolaño cuando dice que si se piensa en hacer una antología poética, Enrique Lihn tendría que estar presente,no sólo en un plano latinoamericano sino universal.
Este es el último poeta que leí este año, hombre de versos que me han impactado mucho. A veces uno tiene la suerte de encontrar algún poema en el cual se puede reflejar como en un espejo, y eso me ha pasado con este.
¡Genial cierre e inicio de año!