Oiga, ¿le parece si nos conocemos?
No sé, bien podríamos incitarnos, extasiarnos y luego olvidarnos. Así, sin complicarnos.
Por qué no considerar que ya que nos encontramos, podemos acercarnos y hablarnos, empezar por eso para acoplarnos. Mire, vamos a aclararnos: podemos tratarnos desde aquello que nos induzca a palpitarnos, dedicarnos más de un día a esta tarea para acentuarnos y emparejarnos hasta llegar al punto de estrujarnos y desearnos, acariciarnos y olfatearnos como si con sólo esa finalidad nos hubiéramos juntado. Si todo resulta bien hasta podríamos amarnos, aunque esto queda al aire como una posibilidad y no como finalidad.
Piense que podríamos conciliarnos, pero claro, sin adueñarnos, porque es bien sabido que si eso pasa podemos llegar a odiarnos. Si todo se torna en monotonía y sentimos que no hay forma de llegar a más, podemos apartarnos, definitivo o momentáneo según lo sintamos.
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