Composición humana

Había aprendido a hablar de amor sin saber exactamente qué era, había aprendido a reconocer la miel en los cuerpos que muestran rastros de dicho amuleto.
Tenía los labios intactos, unos cuantos fantasmas y visiones que llegaban de una supuesta lucidez.
Todo eso tenía. 
-Perversos cuentos de hadas, ¿se trata de lo romántico o del romanticismo? -dijo- falacias modernas.
Más nunca supo, no sabía del todo.
Pensar siempre pensar, su condena era pensar, bajar a los infiernos y recoger los rastros que las vidas despreciadas dejaban, esencias quizá.
Sabía de la tragedia, de historias que cuelgan de un precipicio o del péndulo de un reloj,
sabía de miedos y mucho más de soledad.
Se dedica a mirar y nombrarlo todo. 
Se le habla de cómo es una tormenta pero duda si la reconocerá. 
-¿Y quién te asegura que aquello es una tormenta?, ¿Cómo sabes que lo que te empapa la piel en verdad es una gota de agua?-
No había castigo en ello, no era razón de compasión, 
sabía, bien sabía que la existencia era así. 
-Es algo que tiene que descubrirse- se le dijo.
-Composición humana- pensó.



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